El Transporte

El Transporte

      Se refiere a la necesidad de desplazamiento y a las exigencias económicas del tránsito.

     El transporte es una actividad básica del sector terciario, entendida como el desplazamiento de objetos o personas de un lugar a otro en un vehículo que utiliza una determinada infraestructura.

      A diferencia del transporte privado, el transporte colectivo de pasajeros es entendido como un servicio público, con distintos horarios y rutas, adaptadas a las necesidades de los viajeros que comparten con otros usuarios: autobuses, trolebuses, tranvías, trenes, ferrocarriles suburbanos, taxis, ferris, helicópteros, aviones... regulados y subvencionados por las administraciones públicas, siendo en muy contadas ocasiones gratuito y puede ser proporcionado por una o varias empresas privadas o concertadas, existiendo notables diferencias de servicio, entre zonas desarrolladas y en fase de desarrollo, para satisfacer la demanda de vehículos, infraestructuras, servicios y operadores públicos.

      Parte básica de la movilidad en las ciudades, en el tránsito de las personas de un punto a otro, es el trasporte público que permite disminuir la contaminación atmosférica al reducir la cantidad de vehículos y por tanto la emisión de gases nocivos para la salud y el medioambiente, beneficiando a la comunidad, y por ello es visto como una externalidad positiva y subsidiado con fondos públicos, que lo hacen económicamente viable para sus usuarios.

       Por regla general, los ingresos generados por los pasajeros no son suficientes para cubrir los gastos (nóminas de los operarios, el mantenimiento del equipamiento del servicio...) de las compañías de trasporte público urbano, por lo que son subsidiadas por la Administración, representando un coste elevado. Por otra parte, la construcción de calles, carreteras, circunvalaciones, aparcamientos públicos... usados por los automóviles privados también representa una forma de subsidio.

      En muchos países en desarrollo se enfrentan al problema del transporte público ilegal, esto causa grandes perjuicios económicos para las compañías de transporte público y pone en peligro la vida de los pasajeros, además de robos o asaltos y secuestros. A pesar de ser ilegal, este género de servicio es bastante usado por la población en general, por falta de transporte público adecuado o por ser más económico. Este tipo de transporte suele llamarse pirata, porque se desenvuelve desobedeciendo las Leyes.

     Los transportes individuales y el avión, en términos de consumo de energía, son más contaminantes por pasajero que los transportes públicos que son mucho más eficaces y eficientes en las horas puntas por su facilidad de circulación y no requerir espacio de aparcamiento. En proporción al número de viajeros consumen menos energía en su uso y menos recursos en su construcción, que el automóvil privado que, por otra parte requiere de inversiones públicas elevadas en calles, túneles, autopistas, parkings... que suelen financiarse con impuestos.

     Por contra, el transporte público de trayectos establecidos sujetos a horarios limita los desplazamiento en favor del vehículo privado, sin embargo, con una buena red de transporte público se pueden cubrir la mayoría de trayectos posibles con un tiempo de espera corto. En algunas ciudades han creado un servicio de peajes, fomentando el transporte público, contribuyendo a la disminución de los atascos. La bicicleta es un modo de transporte cuya eficacia en medios urbanos supera en rapidez, flexibilidad y consumo de energía, a la de los transportes públicos, aunque no garantiza el mismo servicio, ni el mismo nivel de comodidad. La bicicleta es beneficiosa para la salud y no contamina.

      El transporte ha sido una de las actividades terciarias que mayor expansión ha experimentado a lo largo de los últimos dos siglos, debido a la industrialización, al aumento del comercio y de los desplazamientos humanos tanto a escala nacional como internacional, y a los avances técnicos que se han producido repercutiendo en una mayor rapidez, capacidad, seguridad y menor coste.

     El sistema de transporte, privado o público, de mercancías o de pasajeros, requiere: de una costosa red de infraestructuras; conductores con vehículo; guardia urbana; y leyes que regulen la seguridad al circular; de vías y carreteras provinciales, regionales o internacionales; aeropuertos y rutas aéreas; canales y rutas de navegación, así como; paradas de servicios públicos, semáforos y señales; aeropuertos, torres de control; puertos y radares... son elementos, que interactúan entre sí, para la práctica del transporte y sus beneficios.

      Ocupamos una considerable cantidad de tiempo diario viajando hacia los lugares de destino para realizar las actividades propias de las sociedades modernas. Una jornada puede ser dividida entre el tiempo gastado en actividades y el tiempo gastado viajando. El transporte, como medio de comunicación, es indispensable y necesario en el desarrollo personal y de las civilizaciones. Se dice que el transporte es “una demanda indirecta”, dado que carece de fin en sí mismo, pero es necesario para desarrollar las actividades en el sitio de destino.

      La organización por zonas de actividades exclusivas aumenta las necesidades del transporte, mientras que la agrupación de una variedad de actividades dentro de la misma zona las minimizan. El transporte eficiente en una ciudad grande se enfoca hacia el mínimo uso del suelo, lo que conlleva altos costes sufragados por la Administración pública.

       Importantes cantidades de energía son consumidas diariamente por el transporte, que obtiene mediante la quema de combustible fósiles generando gases contaminantes emitidos a la atmósfera (CO2, CO, NOx, SOx y otros, como partículas), por lo que se están sustituyendo por vehículos eléctricos limpios de emisiones contaminantes, sin embargo, la fuente de la que proviene la electricidad puede ser contaminante, producida en centrales alimentadas por combustibles fósiles, pero la contaminación es más localizada pudiendo aplicarse técnicas de captura y almacenamiento de carbono. La disminución de emisión de gases de efecto invernadero es de vital importancia para la salud, siendo el sector transporte un actor destacado.

      El transporte en la distribución del carbón, del petróleo, de la energía eléctrica, así como de residuos tóxicos generados por las centrales nucleares han ocasionado múltiples accidentes que han afectado gravemente a personas, instalaciones y medio ambiente.

      Una subida moderada de los precios del petróleo normalmente estimula el incremento de la eficiencia del consumo de combustible en el transporte. 
   
      Algunos creen que esto pospondría y atenuaría el impacto de una escasez severa de crudo. Por ejemplo, algunos gobiernos podrían ordenar un mínimo de eficiencia estándar para los automóviles. También podrían incentivar el cambio a otras formas de transporte que no fueran directamente dependientes del petróleo. La electricidad, en particular, puede generarse a partir de un número variado de fuentes diferentes, lo que podría favorecer el uso de transportes eléctrico.

      La electricidad representa aproximadamente el 1% del abastecimiento de energía para el transporte a nivel mundial. El transporte mundial se enfrenta al reto de modificar completamente sus sistemas, dado que se prevé el agotamiento de combustibles fósiles hacia el 2050. Como consecuencia de regulaciones ambientales más estrictas e incorporación de mejores tecnologías, durante los últimos años los vehículos se han fabricado con estándares más limpios, (convertidores catalíticos, etc.), y eficientes en el mejor aprovechamiento del combustible. La subida tanto del número de vehículos como de su uso creciente, ha aumentado los índices de contaminación acústica y atmosférica excesivos, afectando la salud de la población.

      Estos problemas son más acuciantes en las ciudades de los países en desarrollo. Es aquí donde se producirá aproximadamente el 90% del crecimiento de la población mundial en las próximas décadas. Estas ciudades ya afrontan grandes dificultades para satisfacer la creciente demanda de inversión en la esfera del transporte. También deben hacer frente a la “pobreza de transporte”. Millones de personas se ven privadas de los beneficios del transporte público en razón de su costo; las personas con discapacidad y los ancianos quedan excluidos generalmente por razones prácticas; y la seguridad constituye un problema importante para muchas mujeres, jóvenes y minorías que son vulnerables por sus creencias religiosas o su pertenencia a un grupo étnico.

      Los problemas de circulación no se resuelven simplemente con la construcción de calles más anchas o más largas; se trata de proporcionar sistemas adecuados y eficientes que respondan a las necesidades de la mayoría de las personas, de la forma que sea mejor y más equitativa, por ejemplo, alentando a la población a abandonar el uso de automóviles para utilizar trenes, autobuses y bicicletas, y logrando que más peatones caminen por aceras bien iluminadas.

      La implantación del transporte eléctrico ha sido predicho por múltiples expertos y economistas a lo largo de los últimos 30 ó 40 años, sin embargo, éste no ha llegado a ser una realidad por motivos económicos, técnicos y/o políticos. En comparación con los vehículos a gasolina o diesel, los vehículos eléctricos aún tienen menor autonomía. No obstante, en los últimos años, a pesar de la bajada de los precios de los combustibles, la alternativa de transporte eléctrico ha renovado su atractivo debido, en gran medida, a la disminución del coste de los vehículos eléctricos y la concienciación ciudadana, sin embargo, la falta de infraestructuras adecuadas y recursos económicos suficientes ralentizan su progreso efectivo y sus beneficios para el ecosistema.

      El transporte urbano es fundamental para el desarrollo sostenible. No hay duda que si se dispusiese de los recursos necesarios para incentivar la reconversión del transporte hacia vehículos no contaminantes y la construcción o mejora de nuevas infraestructuras, aceleraría los objetivos perseguidos en la lucha por la mejora del medioambiente, ayudando a desacelerar el cambio climático, por lo que, siendo una necesidad básica de todas las sociedades la movilidad de las personas y las mercancías, si creáramos una aplicación, basada en el recurso económico del mínimo valor de subsistencia, podríamos afrontar a corto plazo la problemática planteada, subvencionando la transformación de la industria del automóvil, naval y aérea pudiendo llegar a ofrecer gratuitamente el servicio de trasporte público de cada Estado. Por otra parte, también se podrían costear los enormes gastos que representa la industria del transporte aéreo-espacial, promoviendo proyectos orientados a desarrollar infraestructuras y vehículos espaciales que ayudasen a encontrar nuevos recursos minerales en otros planetas e incluso llegar a establecer asentamientos humanos, creando multitud de puestos de trabajo y aliviando el problema de sobrepoblación del planeta Tierra.

      “Sin transporte no hay desarrollo”, es evidente, el transporte es una necesidad básica. Esta certeza, que nadie puede dudar, ni querer poner a prueba para verificar su evidencia, pues es evidente que es cierto que el transporte, como motor del desarrollo personal y social, tiene valor básico de subsistencia para el ser humano, da pie a pensar que la mejor manera para poder satisfacer las necesidades de gratuidad y de mejora de las condiciones del transporte de personas y mercancías, y solucionar los perjuicios a la salud y al clima, es usar el valor que tiene como agregado mínimo de subsistencia para sufragar con, dinero transferido del Certificado Valor Agregado de Subsistencia, correspondiente al Activo Patrimonial Agregado del Fondo de Subsistencia del Banco Mundial, anotando en el Activo: transporte, y en el Debe: saneamiento de la Tierra, acordado por un Pacto Humanitario entre todos, por sufragio universal.

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