El Alma

El Alma

      Se refiere a la necesidad espiritual y las exigencias económicas del servicio religioso.

      El término alma o ánima (del latín ánima) se refiere a una entidad inmaterial que se cree poseen los seres vivos. La descripción de sus propiedades y características varía según diferentes perspectivas religiosas, filosóficas o tradiciones.

      La palabra “ànima”, según la etimología, se usaba para explicar el principio por el cual los seres animados están dotados de movimiento propio, y atribuyen esa potestad al alma de las plantas, de los animales y de los seres humanos, y obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, según reconocen estudios de fisiología y neurología. De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma es la principal cualidad identificativa del movimiento en la materia viviente, haciendo de ella un no-moviente (inerte) a un moviente. En la actualidad el término “alma” es usado, más frecuentemente, en contextos religiosos.

      Como principio constitutivo el término alma se puede aplicar a los seres vivos en general (plantas y animales). El alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual éstos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes, según algunas interpretaciones, como la de Aristóteles. Según muchas tradiciones religiosas y filosóficas, el alma sería el componente espiritual de los seres humanos explicado de diversas formas, desde el dualismo del idealismo filosófico y de la gnosis, a la interpretación existencialista de un todo con dos aspectos específicos que son: lo material y lo inmaterial.

      Platón consideraba el alma como la dimensión más importante del ser humano encarcelada en un cuerpo. Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los Fedón o Sobre el alma es un diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates  límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte; este diálogo ofrece diversos argumentos que buscan probar la inmortalidad del alma.

      Aristóteles definió la Psyche como “forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida” o “la esencia de tal tipo de cuerpo”, por lo que entendía que la forma o esencia es lo que hace que un ente sea lo que es, el alma es lo que define y configura un cuerpo natural. Así forma una unidad sustancial (compuesta de materia y forma) inseparable en los seres vivientes, pudiéndose dar operaciones del alma no dependientes de cuerpo alguno.

      La visión dualista que se desprende del platonismo imagina el alma como algo independiente, parte de lo divino y de lo bueno, sin embargo, el monismo aristotélico permite entender al ser humano como una unidad conformada de cuerpo y alma dando el justo valor al cuerpo como parte esencial de lo que es el ser humano.

      Tomás de Aquino, basándose en Aristóteles más que en Platón, habla de principios, no de realidades opuestas. Describe al ser humano como material (su cuerpo) y no material (su alma espiritual). El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo y muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual.

      En el pensamiento occidental, Descartes define alma como cosa pensante opuesta a cosa “extensa”. Espinoza habla del alma como atributo y modo de la substancia divina; Leibniz la llama mónada cerrada en si misma, Lessing como aspiración infinita; Kant la califica de imposibilidad de aprehender lo absoluto; Fichte como saber y acción; Hengel dice que el alma es el auto desarrollo de la idea; Schelling la define como potencia mística; Nietzsche como invención y ente imaginario del común de la gente, que ayuda a fortalecer las creencias de la existencia de un dios o más específicamente de “Dios”; Freud como diferencia entre el “yo” y el “súper-yo”; Jaspers la define como “existencialidad”; Heidegger como “ser-ahí” y Bloch como realización originaria del futuro, entre otros.

      En la Biblia el alma es la persona, o el animal mismos, se hace referencia con el término, o la vida de que disfruta la persona o el animal. Las creencias de que “alma” es la parte inmaterial o espiritual que sobrevive a la muerte del cuerpo físico, o de que es el principio vital, no son enseñanzas bíblicas. Para la religión cristiana, el ser humano consta de tres partes, que son: cuerpo (lo físico) , alma (lo relacionado con lo emocional) y espíritu (lo relacionado con lo espiritual), proporcionando a la mente de instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, así como de autoconciencia. En la teología cristiana, el pensamiento de algunas corrientes católicas, influenciadas por el idealismo de Descartes, “pienso, luego existo” encierra la reflexión filosófica en el mundo de las ideas, y llega a concebir el alma como únicamente “subjetividad”. Por contra, el realismo filosófico, dió nacimiento tanto al Empirismo como a la filosofía existencialista y al existencialismo cristiano. La Iglesia Católica afirma que el ser humano tiene una sola alma, existe como individualmente distinta y es inmortal en esta diversidad individual, es forma corporis por sí misma, puede tener la visión plena de Dios, sólo después de la muerte, es creada e infundida inmediatamente por Dios en el momento de la concepción, no pertenece a la substancia divina, no lleva una existencia pre-corporal, no tiene un origen material, constituye el principio vital del ser humano, es superior al cuerpo, y su espiritualidad puede ser demostrada. En el Concilio Vaticano II se superó el esquema alma- cuerpo y habla de persona: “El hombre es uno en cuerpo y alma y transciende en su interioridad la totalidad de las cosas...” El Papa Juan Pablo II dijo en una ocasión que “los animales poseen un soplo vital recibido de Dios, y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con nuestros hermanos menores”.

      En otras culturas como la asiática, la africana, y la americana, encontramos el concepto alma similar al concepto desarrollado por las religiones judeo-cristianas, incluyendo el Islam, y la filosofía europea.

      El alma del ser humano en el Antiguo Egipto tiene siete grados en su personalidad: “Ren”, o sea “el nombre”, pudiendo mantenerse existente según el cuidado de un correcto embalsamamiento; “Sejem”, es la energía, el poder, la luz del difunto; “Aj”, es la unificación del “Ka” y del “Ba”, en vista de un regreso a la existencia; “Ba”, lo que hace de un ser individual lo que es; se aplica también a cosas inanimadas, es el concepto más cercano al occidental de “alma”; “Ka”, la fuerza de vida, sostenida por ofrendas de comidas al difunto; “Sheut” es la sombra de la persona, representada por una figura humana completamente negra; “Seju” designa los restos físicos de la persona; “Jat” es la parte carnal de la persona.

    En las creencias budistas en ninguna parte de sus escritos se habla de una esencia intrínseca del ser o algo interior con lo cual conectarse. La “Realidad Última” de la mente que es la “Naturaleza Búdica” indestructible es “Insustancialidad de las cosas”, distinto al concepto de alma o ser. Estos conceptos son considerados por el budismo surgidos desde el ego y la confusión de la mente. El Budismo enseña que las cosas están en un continuo cambio, en un constante estado de flujo, son pasajeras, no existe algo o un “Yo” permanente, y creer en ello es la fuente de los conflictos humanos y de los deseos mundanos. 

      Considera que hay tres niveles en la conciencia de la persona: la conciencia muy sutil, que no se desintegra en la encarnación-muerte, la conciencia sutil, desapareciendo con la muerte, siendo una conciencia- dormida o bien no-conciencia, y la conciencia crasa.

      El Hinduismo habla de una transmigración cuando el alma pasa de un cuerpo a otro según sus acciones o de cómo lleva su vida. Buda nos dice que para salvar el alma hay que alcanzar el estado del nirvana que es el estado más alto de armonía: Darma.

      Por otra parte, a la doctrina filosófica que explica el origen y naturaleza del universo por la acción de dos esencias o principios diversos y contrarios, increados, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, se llama dualismo: ser ideal y ser real, Dios y mundo, naturaleza y gracia, razón y fe, materia y espíritu, constatación y valoración ética, libertad y el deber, conocer y querer, orden físico y orden moral, bien y mal, felicidad y tristeza... se puede hablar de dualismo teológico, cosmogónico (relativo al origen del cosmos) o religioso y de un dualismo filosófico o metafísico, que se opone de modo irreductible al panteísmo y el holismo. En la filosofía china se utilizan los términos yin y yang para indicar la dualidad de todo lo existente en el universo.
El concepto teológico, filosófico y antropológico de Dios se define como el “ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo”. En las religiones teístas y deístas (y otros sistemas de creencias) es un ser supremo omnipotente, omnipresente, omnisciente y personal; en el monoteísmo es la única deidad; en politeísmo, como en el henoteísmo, es la deidad principal; en el panteísmo es un ser supremo no personal; en los sistemas materialistas es una mera idea o razonamiento sin ninguna realidad subsistente fuera de la mente. Dios también ha sido concebido como de naturaleza incorpórea, un ser personal, la fuente de toda obligación moral, y el “mayor ser concebible con existencia”.
El alma como fenómeno espiritual, de naturaleza diferente a la física, no puede ser explicada por la ciencia ya que ésta estudia fenómenos físicos o materiales. Sin embargo cada ser humano tiene una vida biológica que es la base de todo, ya que sin ella no podríamos hacer lo más elemental, pero la vida también tiene un sentido algo más profundo, que se desarrolla más allá de lo estrictamente material. Por eso se dice que la vida es el bien más valioso y apreciado de todo ser humano. Por eso es moral defender la vida.

      La vida tiene valor para todas las religiones, es tal su valor que se escapa a nuestra comprensión por tratarse de un valor absoluto. Aún pensamos de acuerdo a los parámetros del viejo paradigma en el que se afirma reiteradamente que la vida no tiene valor. Sin embargo es evidente que la vida es nuestro máximo valor y su mínimo valor de subsistencia una necesidad social imperiosa, que nada tiene que ver con la condición natural del hombre. En una sociedad moderna, artificial, diferente de los sistemas de la naturaleza por voluntad humana, la creación del valor mínimo de la vida, como ajuste estructural del sistema capitalista, tiene mucho sentido para el bien común, y no es incompatible con las creencias religiosas, ya que la idea es pragmática, terrenal, y no discute la espiritualidad del ser.

      Los servicios religiosos son costeados por donaciones privadas y por su externalidad positiva subvencionados por las Administraciones públicas. Esto representa un gasto en detrimento de otras prioridades de Estado, lo que nos lleva a incluir en el Pacto Humanitario los servicios religiosos como un servicio público a la ciudadanía y derivar del valor de subsistencia, el dinero suficiente para mantener estas necesidades del alma.

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